martes, 20 de julio de 2010

La Conciencia Moral

Conciencia Moral

La conciencia moral es una realidad de experiencia: todos los hombres juzgan, al actuar, si lo que hacen esta bien o mal. Este conocimiento intelectual de nuestros propios actos es la conciencia.

Es innegable que la inteligencia humana tiene un conocimiento de lo que con toda propiedad puede llamarse los primeros principios del actuar: hay que hacer el bien y evitar el mal, no podemos hacer a los demás lo que no queremos que nos hagan a nosotros, la inteligencia (o, propiamente, la conciencia), juzga sobre los actos concretos; el acto de la conciencia es, por tanto, el juicio en que esos principios primeros o los deducidos de ellos se aplican a las acciones concretas.

Un ejemplo:

* Las mentiras no están permitidas
* Esta explicación de mi conducta es una mentira.
* Luego esta explicación de mi conducta no está permitida.


* Los errores peligrosos han de corregirse.
* El error que acabo de cometer es peligroso.
* Luego el error que acabo de cometer ha de ser corregido.


* Aquello que no pertenece a nadie puede guardarse.
* El objeto que acabo de encontrar no pertenece nadie.
* Luego el objeto que acabo de encontrar puede guardarse.

La conciencia no es una potencia más unida a la inteligencia y a la voluntad. Se puede decir que es la misma inteligencia cuando juzga la moralidad de una acción. La base de ese juicio son los principios morales innatos a la naturaleza humana.

Naturaleza de la conciencia

Desde el punto de vista psicológico, la conciencia es el conocimiento íntimo que el hombre tiene de sí mismo y de sus actos. En moral, en cambio, la conciencia es la misma inteligencia que hace un juicio práctico sobre la bondad o maldad de un acto.

a) juicio: porque por la conciencia juzgamos acerca de la moralidad de nuestros actos;

b) práctico: porque aplica en la práctica es decir, en cada caso particular y concreto lo que la ley dice;

c) sobre la moralidad de un acto: es lo que la distingue de la conciencia psicológica; lo que le es propio es juzgar si una acción es buena, mala o indiferente.

Este juicio de la conciencia es la norma próxima e inmediata - subjetiva - de nuestras acciones, porque ninguna norma objetiva -la ley- puede ser regla de un acto si no es a través de la aplicación que cada sujeto haga de ella al actuar.

El acto de la conciencia -juicio práctico- sobre la moralidad de una acción puede intervenir de una doble forma:

a) antes de la acción nos hace ver su naturaleza moral y, en consecuencia, la permite, la ordena o la prohíbe.

Actúa: aunque de modo espontáneo e inmediato- a modo de un silogismo, por ejemplo:

* Lo que vas a responder es mentira (aplicación del principio al acto concreto),
* Luego, no puedes responder así (juicio de la conciencia propiamente dicha);

b) después de la acción el juicio de la conciencia aprueba el acto bueno llenándonos de tranquilidad, o lo reprueba, si fue malo, con el remordimiento.

Por eso señala San Agustín (cfr. De Gen. 12, 34: PL 34, 482) "que la alegría de la buena conciencia es como un anticipado paraíso".

Conviene aclarar que cuando la conciencia actúa después de la acción no influye en su moralidad, y si se diera el caso de que sólo después de realizado un acto el hombre se diera cuenta de su inmoralidad. Sería una acción materialmente mala, pero no imputable.

Reglas fundamentales de la conciencia

Antes de analizar los diversos tipos de conciencia que pueden darse en el hombre, señalaremos brevemente las reglas generales por las que hay que regirse:

A) NO ES LICITO ACTUAR EN CONTRA DE LA PROPIA CONCIENCIA

Como hemos dicho, la conciencia es la norma próxima de la moralidad de nuestros actos.
Actuar en contra de lo que dicta la conciencia es, en realidad, actuar en contra de uno mismo, de las convicciones más profundas, y de los primeros principios del actuar moral.
Y ¿qué pasa, podemos preguntarnos, con la conciencia errónea? Es decir, la conciencia que equivocadamente cree que un acto bueno es malo o que un acto malo es bueno. Siendo consecuentes con la regla que acabamos de dar, diremos que hay obligación de seguirla, siempre que se trate de una ignorancia que el sujeto no puede superar, porque ni siquiera se da cuenta de que está en la ignorancia.

Podemos aclarar esta idea con algunos ejemplos:

* Como consecuencia de una educación deficiente, alguien puede pensar que tomar bebidas alcohólicas aun moderadamente es ilícito. Si en una fiesta le ofrecen una copa y piensa que beberla es malo, al hacerlo actúa en contra de lo que le dictaba la conciencia (el acto ser materialmente bueno, formalmente malo).

* También puede suceder lo contrario: por mala formación inculpable, pienso que tengo obligación de mentir para ayudar a una persona; en ese caso estoy obligado a mentir, aunque ese acto sea en sí mismo malo (materialmente malo; formalmente bueno, si la ignorancia era invencible).

Lo ordinario es que la conciencia errónea está basada en un error superable y, por tanto, la conciencia misma obliga a salir de él, poniendo la diligencia razonable que ponen las personas en los asuntos importantes.

B) ACTUAR CON UNA CONCIENCIA DUDOSA

Es necesario salir antes de la duda. De otro modo, el sujeto se expone a cometer voluntariamente un acto indebido.

C) OBLIGACIÓN DE FORMAR LA CONCIENCIA

Sí la conciencia se equivoca al juzgar los actos por descuidos voluntarios y culpables, el agente es responsable de ese error (cfr. Lc. 11, 34-35).

Es oportuno insistir en que la conciencia no crea la norma moral, sólo la aplica. Por ejemplo: caería en el error -llamado subjetivismo moral- el que dijera: para mí no es malo blasfemar; como sería igualmente ridícula la postura de quien pensara que por opiniones personales se puede cambiar la naturaleza de un metal, o que los ácidos se comporten como sales. Tan sólo se trata de aplicar, al caso concreto, normas objetivas.


Actividad:

1. ¿De que manera actúa la conciencia en la vida del hombre? ¿Por qué crees que es importante? Justifica tus respuestas.

2. ¿Puede el hombre actuar en contra de la naturaleza de su propia conciencia? Justifica tu respuesta.

3. Por medio de un ejemplo explica como puede actual el hombre de acuerdo a las reglas de la conciencia moral.


La Felicidad como ideal

La Felicidad como ideal ético

La felicidad es un estado de ánimo caracterizado por dotar a la personalidad de quien la posee de un enfoque del medio positivo. Es definida como una condición interna de satisfacción y alegría.
El ser humano ha tendido siempre a perseguir la felicidad como una meta o un fin, como un estado de bienestar ideal y permanente al que llegar, sin embargo, parece ser que la felicidad se compone de pequeños momentos, de detalles vividos en el día a día, y quizá su principal característica sea la futilidad, su capacidad de aparecer y desaparecer de forma constante a lo largo de nuestras vidas.

Pero, en dónde buscar la felicidad, si en acontecimientos externos y materiales o en nuestro interior, en nuestras propias disposiciones internas. Aún hoy es difícil responder a esta cuestión. Por esta razón, y desde un punto de vista psicológico, el estudio del bienestar subjetivo parece preferible al abordaje de la felicidad.

La felicidad se nos presenta, como una plenitud a la que todos aspiramos y, por tanto, de cuya medida completa carecemos. Sin embargo, esa "medida" no es en rigor cuantificable. La felicidad más bien parece una cualidad; como cierto "logro".

Existe en nuestra naturaleza un anhelo de felicidad. Nadie busca expresamente lo que sea opuesto a la felicidad. En sus afanes las personas buscan bienes diversos, satisfacciones, acumular lo que estiman conveniente tener, librarse de aquello que pueda significar una pena o desdicha.

La experiencia de la vida pronto nos va a enseñar varias cosas. Como que un bien por el que mucho suspiramos, una vez poseído, no resultó tan importante como lo habíamos creído. También aprendemos que la posesión de algunos bienes exige de nosotros muchos cuidados: para que no se dañen, para que no se extravíen, para que no nos los roben. Así mismo ocurre que algunos bienes nos suelen enfrentar con nuestros prójimos, lo que suele mermar con frecuencia su disfrute: porque otros también quieren lo que nosotros obtuvimos y ellos no pueden tener; porque la envidia de otros nos duele y disminuye la satisfacción de lo que tenemos.

Algunos elementos a tener en cuenta para alcanzar la felicidad:

1. Tener Objetivos y Metas
2. Sonreír siempre
3. Compartir la felicidad con otros
4. Disponibilidad de ayudar a otros
5. Mantener un corazón de niño
6. Llevarse bien con diferentes clases de gente
7. Mantener el sentido del humor
8. Mantenerse calmado ante las sorpresas
9. Perdonar a los demás
10. Tener algunos verdaderos amigos
11. Siempre trabajar en equipo.
12. Disfrutar las reuniones familiares
13. Tener confianza y orgullo de uno mismo.
14. Respetar a los débiles.
15. Consentirte algunas veces.
16. Trabajar de vez en cuando.
17. Ser valiente y atrevido.
18. Finalmente no ser un acaparador de dinero.

La Importancia de alcanzar los objetivos y metas propuestas:

Ser disciplinado es un requisito fundamental para poder obtener éxito en la vida, es importante saber aprovechar el poder de nuestra mente y nuestros pensamientos para atraer situaciones positivas a nuestra vida, pero esto lo debemos complementar con disciplina, esa es la verdadera ruta al éxito.

Debemos ser consecuentes con nuestras creencias y tratar de crear hábitos positivos que nos permitan alcanzar nuestras metas y nuestros sueños, no podemos quedarnos esperando que las cosas lleguen así nada más…. debemos dar lo mejor de nosotros en cada momento y tratar de trabajar cada día un poco más por ese sueño que queremos alcanzar.
Cada día podemos aportar un poco y acercarnos rápidamente al cumplimiento de los sueños que tengamos. Dediquemos un tiempo de nuestro día a desarrollar acciones que faciliten el cumplimiento de metas, en menos tiempo del que imaginas te darás cuenta de lo efectivo que puede resultar esto.

Para lograr lo anterior, debemos tener en cuenta las siguientes recomendaciones:

• Asumir Responsabilidad

Asumir responsabilidad es tomar conciencia que al decir que alguien o algo fuera de nosotros nos previene de alcanzar el éxito, estamos entregando nuestro poder personal a ese ente externo. Esto equivale a asumir que algo externo tiene más control sobre nuestras vidas que nosotros mismos.

Si hasta ahora hemos vivido nuestras vidas según la opinión que otros tienen de nosotros, es importante recordar que la opinión de otro no tiene porque convertirse en nuestra realidad. Al asumir nuestra responsabilidad, nuestra realidad la forjamos nosotros día a día mediante nuestras decisiones conscientes ejecutadas por medio de nuestra voluntad.

• Crear un Plan

Tratar de alcanzar las metas sin un plan, es como manejar por territorio desconocido sin un mapa. Las metas que no se escriben no son realmente metas, son meras fantasías. La diferencia entre un sueño y una meta realizable es que la meta tiene fecha.
Si desea alcanzar sus metas en el menor tiempo posible y disfrutar del viaje, comience por escribirlas como pasos con fechas para ser logradas. Y manténgase realista, es preferible dar varios pasos cortos que aumenten nuestra confianza y seguridad, y nos permitan ver con mayor claridad el camino hacia nuestra meta final.

• Asumir Compromisos

Simplemente considérese, que desear las cosas que queremos en nuestra vida no las hará realidad para nosotros. Al examinar el plan que hemos creado podríamos encontrar que alcanzar nuestras metas requiere de ajustes en nuestro estilo de vida. Trabajar más, cambiar de empleo, mudarnos a otra ciudad, etc.
Estos detalles son simplemente compromisos que es necesario asumir si queremos alcanzar el éxito, y siempre las recompensas compensan enormemente nuestra dedicación.

Las personas exitosas simplemente encuentran lo que es necesario hacer para lograr sus sueños, y se comprometen a asumirlo como el camino que los conducirá hacia el éxito.

Concretamente, esta en nosotros el alcanzar el éxito aprovechando nuestra permanencia en esta dimensión y sabiendo utilizar nuestro potencial, sin perjudicar a nadie, dentro de lo ético, moral, con optimismo, convicción de triunfo. Cada día es una oportunidad que se nos da para lograrlo y hay que saberla aprovechar.


Actividades:

1. ¿Crees tú que es posible alcanzar la felicidad? ¿De que manera es posible alcanzar dicha felicidad? Justifica tus respuestas.

2. ¿De que forma crees tú que el alcanzar los objetivos propuestos por el hombre, pueden contribuir en su felicidad?


3. ¿Será cierto que en la planeación de nuestras metas, influye “Un Proyecto de Vida” claro y definido por parte de las personas involucradas? Justifica tu respuesta.